martes, 25 de noviembre de 2014

Novedades para este otoño

Este otoño de 2014, a pesar de alguna circunstancia adversa, ha sido pródigo en lecturas. Dejo aquí constancia de las que me han parecido más sustanciosas: una estupenda novela, inquietantes relatos de Peter Stamm y un magnífico ensayo sobre Stefan Zweig.




LUDWIG WINDER 
Schaffa, 1889 - Baldock, 1946
Un sensacional descubrimiento:  "El Deber", de Ludwig Winder, editorial Periférica.


Una historia de heroísmo tan sencilla, pero tan bien trabada que su lectura es un verdadero placer. Te roba el aliento hasta el final y te deja profundamente impresionado. Winder fue contemporáneo de Franz Kafka; su sobria escritura tiene una lejana filiación con la del autor de "La metamorfosis"; le falta, por supuesto, la ironía típica de Kafka y hasta su parte macabra. Wiemer es serio, grave y conciso, está a la altura del asunto que trata: la resistencia en la Praga ocupada por los nazis durante la II Guerra Mundial desde 1939, y con semejante tema no se ironiza.  
      Una serie de atentados perpetrados por la resistencia entre las fuerzas alemanas tienen en vilo a los sabuesos nazis. Josef Rada, un funcionario taciturno y ejemplar que trabaja en los ferrocarriles checos, lleva una vida tranquila hasta que Praga es invadida por los nazis. Entonces todo cambia, su hijo, modélico estudiante de medicina, es apresado y Rada tomará partido a favor de los que sufren y cumpliendo con su ineludible deber de hombre decente y libre. Muy buena traducción de Richard Gross

El deber, Ludwig Winder

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Después de quedar sobrecogido, aunque al mismo tiempo animado y lleno de entusiasmo por la lectura de la extraordinaria novela de Ludwig Wiemer (despierta en el lector el anhelo del heroísmo), le tocó el turno al libro de relatos del narrador suizo Peter Stamm, A espaldas del lago, publicado por la editorial Acantilado
A espaldas del lago
       Stamm es un narrador de historias tristes, con personajes rebuscados y situaciones que rozan lo inverosímil. Es imposible no dejarse atrapar por su manera de contar y su excelente prosa (muy bien trasladada al castellano por el gran traductor José Aníbal Campos —véase su blog Artesanías—), pero también es difícil creerse del todo lo que les pasa a los personajes. Un poso de pesimismo gravita sobre estos relatos. Stamm escribe con una notable falta de emocionalidad; su lenguaje es conciso y sobrio, no abundan las metáforas sino las frases contenidas y directas. Esto casa bien con los ambientes que describe. Casi todos los relatos consiguen un elevado grado de calidad literaria. "Los veraneantes" o "En el bosque" perfilan unas atmósferas inquietantes que rozan el borde de lo increíble; sin embargo, también se perfilan reales y hasta cotidianas. "El día de los lirones" (muy hermoso), "El curso normal de las cosas" (trágico) superan a los que veo más flojos: "La cena del señor" y "El último romántico". Y hay más: "La maleta", "Sweet Dreams" y "Coney Island". Sólo diré que Stamm, como cuentista, ocupa ya un puesto muy elevado entre Chéjov y Cortázar. Sus relatos contienen quizás varios puntos criticables (algo artificiosos, finales abiertos o demasiado cerrados), pero lo que no se les puede negar es su magnetismo: atrapan al lector hasta el final provocándolo, y eso es lo que ha de conseguir cualquier buena historia. 

Dejo aquí el enlace a una entrevista con Peter Stamm aparecida en "Letras Libres":

http://www.letraslibres.com/revista/entrevista/peter-stamm-el-reto-no-es-el-lenguaje-sino-la-estatica

Peter Stamm, Münsterlingen, Suiza, 1963. Foto de Stefan Kubil


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Un libro biográfico —con algo también de autobiografía de su autor— del que he disfrutado este otoño es El exilio imposible. Stefan Zweig en el fin del mundo, de George Prochnik. Estupendo para los amantes de las obras de Zweig que quieran conocer las circunstancias en las que vivió los últimos años de su vida. 

El exilio imposible
Stefan Zweig se suicidó en la ciudad brasileña de Petrópolis el 23 de febrero de 1942. No murió a solas, su segunda esposa, Lotte Altmann, lo acompañó a la muerte. Ambos ingirieron veronal. Prochnik narra las peripecias del gran escritor y su compañera. Ésta era una joven judía enferma de asma; enamorada de Stefan Zweig hasta la médula desde que empezara a trabajar para él como secretaria en 1934, lo acompañó al exilio "imposible".

Zweig se exilió de verdad en cuanto abandonó su casa de Salzburgo, en 1933, después de un asalto de los nazis austríacos que dejaron revuelta la residencia del escritor con la excusa de que "ocultaba armas". En efecto, sus mejores "armas" eran los libros que escribió y los de su valiosa biblioteca particular, de ahí el odio de los nazis. A Zweig le dio mucha rabia el incidente pero enseguida comprendió que ni siquiera él —un gran escritor de éxito— estaba seguro en Austria. De manera que se marchó fuera del país, primero a Francia y más tarde a Inglaterra. En la aburrida ciudad de Bath compró una casa de la que también terminaría exiliándose una vez que la II Guerra Mundial afectó a Inglaterra. De allí emigraron a Estados Unidos, país en el que Zweig era agasajado pero en el que tampoco se sintió feliz. Finalmente, Lotte y él se trasladaron a Petrópolis.

Prochnik narra magníficamente la época de los numerosos viajes y continuos exilios de Zweig. Cómo él y Lotte no encontraban acomodo en ninguna parte a causa de la soberana impaciencia del escritor, quien sin sus libros y alejado de su ambiente vienés y cosmopolita se sentía fuera de sí en los lugares que pretendía habitar y que debía colonizar desde cero. Anécdotas, informaciones, caracteres de las personas que rodearon a la pareja Zweig en el exilio, tanto en la costa francesa, Inglaterra o Norteamérica… En una palabra, es un libro lleno de sorpresas y de sucesos que nunca antes habían sido tan pormenorizados en las biografías del autor de El mundo de ayer; de ahí que sea una obra imprescindible para todo buen amante de las obras de este genial escritor. 

El padre de George Prochnik tuvo que huir de Viena a causa de su origen judío, apenas unas horas antes de que fueran a buscarlo a su casa los asesinos de Hitler. El autor desvela esta circunstancia y aprovecha recuerdos de su progenitor al tratar de comprender los sentimientos y actitudes de los exiliados; ello enriquece la narración al elevarse a consideraciones que no sólo atañen a Zweig sino al nutrido grupo de los exiliados judíos que padecieron el acoso de los nazis. 

Enlace a la sección de "cultura" del diario El País donde se comenta brevemente este libro junto a la Correspondencia de Stefan Zweig y Joseph Roth, que acaba de publicar Acantilado.

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